El cristal. Maravilloso material. Empieza siendo una
arena pero sus enlaces químicos y la temperatura lo convierten en lo que lo
conocemos y le dan unas propiedades características.
Lo más importante de este material es su transparencia, es
brillante, especular, elegante y muy resistente. Una pieza muy fina de cristal
es capaz de soportar acciones impensables. Por otro lado, es tan frágil que no
se deforma antes de llegar a su límite elástico, y cuando llega, rompe sin
avisar. Y cuando se rompe, no hay vuelta atrás. Ya no es elegante ni nada de lo
que le caracterizaba. Solo son pequeños trozos molestos que nos duelen, nos
hacen sangrar.
¿Lo peor del cristal? Que no se puede apuntalar ni coser,
que las piezas ya son independientes y muy difícilmente y con soluciones poco
recomendables sería posible volver a unir las piezas. Ya no se volverán a unir,
nunca serán lo que fueron, esa unión especular y brillante.
Ahora lo que queda,
solo duele.
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