Tú pones las normas, seremos amigos durante el día y algo
más cuando salga la luna.
> Tu turno: acariciando mis labios con tu dedo,
metiéndolo en mi boca, tocándome y poniéndome nerviosa me enciendes.
> Mi turno: recorro tu cuello con mi lengua, bajo mis
manos hasta tus caderas y después te quito la camiseta.
La siguiente parte es hacernos un nudo, abrazándonos,
tocándonos... Deslizar los dedos suavemente hasta llegar a los rincones más
escondidos.
Ahora ya no podemos dejar de jugar. Hace calor, siempre hace
calor en este momento de la partida. Y también tenemos sed, sed de nuestras
bocas.
Nuestros cuerpos insaciables se buscan, se rozan. No tardes
mucho en hacer eso, eso que me encanta y te encanta a ti también. Recorrer mil
posturas, esta es la parte divertida.
Se acerca el final y me estremezco, agárrame bien, tiemblo,
la respiración se me entrecorta, y sabes que tú tienes todo que ver en lo que
me pasa. En el último y más placentero de mis suspiros, recorres mi espalda con
tus dedos causándome un dulce escalofrío.
Me gusta este juego porque al final siempre hay dos
ganadores.
Bueno, siempre hay dos ganadores cuando juegan igual. La
diferencia es que normalmente yo pierdo porque te acabas yendo de mi cama y no
de mi cabeza y tampoco sé cuándo volveremos a jugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario